
Que los “líderes de la oposición”
se la pasen comiendo cochino (con o sin pelo) viajando por el mundo, alojándose
en hoteles cinco estrellas y gastando miles de dólares para hablar mal de Venezuela
a diestra y siniestra es de esperarse. Pero que funcionarios “chavistas”,
miembros del PSUV u otros partidos, frentes y movimientos sociales
“revolucionarios”, andén súper bien trajeados, en sus camionetas con vidrios
ahumados, rodeados de escoltas, (Aunque podamos entender la necesidad de
medidas especiales de seguridad que implican el tener una derecha fascista y
asesina como la existente en Venezuela).y que se reúnan a comer en los mismos
restaurantes de lujo frecuentados por la oligarquía es, por lo bajo, contraproducente.
Los hemos visto llegar a las
comunidades con sus escoltas solo para figurar en la foto o el pase televisivo,
y tomar el crédito de proyectos casi siempre logrados con el esfuerzo del poder
popular, que muchas veces son luego abandonados. Este tipo de situaciones crea
fracturas entre las bases y sus dirigentes, dañando la credibilidad de nuestros
líderes y despolitizando al pueblo y la derecha fascista siempre sabrá
aprovecharse de nuestros errores, apoderándose de cualquier terreno que
descuidemos los revolucionarios.
No nos cabe duda de que existen
funcionarios, líderes y activistas sociales entregados y honestos, como tampoco
dudamos que solo la revolución bolivariana nos puede ofrecer alternativas
institucionales que nos garantizan una trayectoria más humana, racional y
ecológica, pero muchas de las iniciativas se disuelven al chocar con una
burocracia ineficiente demasiado densa para nuestra revolución.
Existe hoy un proceso, muy
adrede, de destrucción del tejido social de nuestra patria, y donde más lo
podemos observar es en las grandes ciudades, donde lamentablemente a raíz de
las políticas de abandono del campo aplicadas
por los gobiernos de derecha, viven más del 85% de nuestros ciudadanos. Es
difícil creer que ni el presidente
Maduro, ni sus ministros, al igual que otros funcionarios no se hayan dado
cuenta de lo que pasa en las calles.
Nadie puede ya negar que existe
una guerra contra Venezuela, guerra
sicológica y económica
premeditada, con la finalidad de destruir todo sentido de comunidad, y
llevarnos a la desesperación, y si se lo permitimos incluso a una guerra
fratricida que solo beneficiaría como siempre, a los ricos y poderosos.
Y en guerra se necesitan
estrategia y planificación (en esto nuestro comandante Chávez era inigualable)
sin dejar nunca de lado la innovación, “o inventamos o erramos”.
Lo que no podemos es creer, como
ciudadanos, que toda la responsabilidad
recae en nuestros líderes de cualquier tolda política, dentro o fuera del
gobierno. Las revoluciones deben ser encendidas continuamente por el pueblo
consiente y organizado, y desde el gobierno chavista el apoyo a este pueblo debe ser constante y
transparente.
Es necesario no claudicar en
nuestros principios, tenemos que aprovechar esta crisis, que no es solo en
nuestro país, es una crisis global producto de un modelo depredador que se nos
ha impuesto durante siglos, y esforzarnos por recuperar y seguir construyendo
un poderoso sentido de comunidad y de solidaridad, seguir trabajando por una
una patria más justa, con un profundo respeto a la diversidad, una patria digna,
autosuficiente y soberana.
Hoy más que nunca debemos
levantar las banderas de la ética y la honestidad revolucionaria y hacer frente
a la propaganda fascista llena de mentira y falsedad, para detener esta terrible guerra que contra el pueblo han desatado las clases
dominantes de siempre.
PATRIA Y VIDA, VENCEREMOS!
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