Mientras la mayoría de nuestros
líderes (en ambos lados del espectro político) , se ven cada vez más gorditos,
nosotros los ciudadanos de a pie,(léase los que no andamos en las camionetotas
con o sin escolta, ni en las súper motos importadas quien sabe con qué
dólares)nos vemos sometidos a una dieta
por demás adelgazante, lo que en
realidad no es tan malo pues podemos volver a usar ropa casi nueva que antes
nos quedaba apretada, y “agarrar dato y comer sano “ forzándonos a abandonar
costumbres alimentarias foráneas que son causantes de obesidad, diabetes y
otras terribles enfermedades. Pero se debería enseñar con el ejemplo.
Que los “líderes de la oposición”
se la pasen comiendo cochino (con o sin pelo) viajando por el mundo, alojándose
en hoteles cinco estrellas y gastando miles de dólares para hablar mal de Venezuela
a diestra y siniestra es de esperarse. Pero que funcionarios “chavistas”,
miembros del PSUV u otros partidos, frentes y movimientos sociales
“revolucionarios”, andén súper bien trajeados, en sus camionetas con vidrios
ahumados, rodeados de escoltas, (Aunque podamos entender la necesidad de
medidas especiales de seguridad que implican el tener una derecha fascista y
asesina como la existente en Venezuela).y que se reúnan a comer en los mismos
restaurantes de lujo frecuentados por la oligarquía es, por lo bajo, contraproducente.
Los hemos visto llegar a las
comunidades con sus escoltas solo para figurar en la foto o el pase televisivo,
y tomar el crédito de proyectos casi siempre logrados con el esfuerzo del poder
popular, que muchas veces son luego abandonados. Este tipo de situaciones crea
fracturas entre las bases y sus dirigentes, dañando la credibilidad de nuestros
líderes y despolitizando al pueblo y la derecha fascista siempre sabrá
aprovecharse de nuestros errores, apoderándose de cualquier terreno que
descuidemos los revolucionarios.
No nos cabe duda de que existen
funcionarios, líderes y activistas sociales entregados y honestos, como tampoco
dudamos que solo la revolución bolivariana nos puede ofrecer alternativas
institucionales que nos garantizan una trayectoria más humana, racional y
ecológica, pero muchas de las iniciativas se disuelven al chocar con una
burocracia ineficiente demasiado densa para nuestra revolución.
Existe hoy un proceso, muy
adrede, de destrucción del tejido social de nuestra patria, y donde más lo
podemos observar es en las grandes ciudades, donde lamentablemente a raíz de
las políticas de abandono del campo aplicadas
por los gobiernos de derecha, viven más del 85% de nuestros ciudadanos. Es
difícil creer que ni el presidente
Maduro, ni sus ministros, al igual que otros funcionarios no se hayan dado
cuenta de lo que pasa en las calles.
Volvemos a ver hoy con más y más
frecuencia a niños mendigando mientras sus padres se dedican al infame bachaqueo,
a veces estos menores son incluso usados por sus representantes como escudo
para evitar la acción policial (cuando existe) y para inspirar lastima en sus
posibles compradores. Hay que destacar que muchos de estos niños no están ni
flacos ni muy mal vestidos. Igual sucede con la cantidad de
mendigos que vemos hurgando en la basura, abandonada misteriosamente por las
autoridades de ciertos municipios, y regándolo todo. Entre ellos vemos a veces jóvenes vestidos a la moda e incluso
algún que otro transgenero. Cuando no están en la basura, estos indigentes,
muchos de ellos adictos a las drogas (en las que incluyo el alcohol) se reúnen
en las madrugadas para vender sus cupos en las colas u obtener productos
subsidiados con nuestro dinero, que
luego son vendidos a precios exorbitantes en plena calle o en ciertos
“negocios” a la vista de todos, incluso de los funcionarios de seguridad de
todos los colores. Muchos comerciantes que creíamos honestos se han convertido en acaparadores,
especuladores sin piedad y en tramposos que no pierden ningún chance para
desplumar a sus clientes. La cultura del raspacupismo nos dejó una gran
cantidad de jovencitas de clase media metidas a pre pago, y un nuevo tipo de
atracador muy bien armado y trajeado, a bordo de poderosas motos y carros
lujosos azotando por doquier.
Nadie puede ya negar que existe
una guerra contra Venezuela, guerra
sicológica y económica
premeditada, con la finalidad de destruir todo sentido de comunidad, y
llevarnos a la desesperación, y si se lo permitimos incluso a una guerra
fratricida que solo beneficiaría como siempre, a los ricos y poderosos.
Y en guerra se necesitan
estrategia y planificación (en esto nuestro comandante Chávez era inigualable)
sin dejar nunca de lado la innovación, “o inventamos o erramos”.
Lo que no podemos es creer, como
ciudadanos, que toda la responsabilidad
recae en nuestros líderes de cualquier tolda política, dentro o fuera del
gobierno. Las revoluciones deben ser encendidas continuamente por el pueblo
consiente y organizado, y desde el gobierno chavista el apoyo a este pueblo debe ser constante y
transparente.
Hoy más que nunca, nuestra
revolución socialista debe ser “creación heroica “de un pueblo aguerrido y
luchador, no podemos bajar la guardia ni dividirnos,
Es necesario no claudicar en
nuestros principios, tenemos que aprovechar esta crisis, que no es solo en
nuestro país, es una crisis global producto de un modelo depredador que se nos
ha impuesto durante siglos, y esforzarnos por recuperar y seguir construyendo
un poderoso sentido de comunidad y de solidaridad, seguir trabajando por una
una patria más justa, con un profundo respeto a la diversidad, una patria digna,
autosuficiente y soberana.
Hoy más que nunca debemos
levantar las banderas de la ética y la honestidad revolucionaria y hacer frente
a la propaganda fascista llena de mentira y falsedad, para detener esta terrible guerra que contra el pueblo han desatado las clases
dominantes de siempre.
PATRIA Y VIDA, VENCEREMOS!
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