“Prefiero una vanidad sincera
Que una falsa modestia”
Mastropiero
Algunas precisiones sobre ese
ícono del imaginario popular que es “el ego de los artistas”, en este caso,
específicamente, de los músicos.
1.- Todos tenemos ego porque
todos tenemos una subjetividad individual que se desarrolla en un mundo
material y plural. El ego es indispensable: Un Yo desde dónde anclar las
acciones y proyectar los pensamientos. Cuando Descartes dijo que pensaba y
luego existía, tenía que presuponer un Yo que pensara para luego existir. Yo,
en latín Ego, es una herramienta indispensable de la personalidad.
Cuando las filosofías orientales hablan de destruir el Ego se están refiriendo a una tarea muy difícil de imaginar en occidente: superar todo deseo hasta lograr un grado de entendimiento y sensibilidad que nos permita dejar de percibir el mundo como individuo: eso es algo que no se le puede pedir a cualquier trabajador, habría que dedicarse al misticismo. Si se quiere vivir el mundo material, de la sociedad humana (buena o mala), es necesario tener un Ego, un Yo. A los que confunden el límite entre su Ego, su YO, y el mundo exterior se les denomina esquizofrénicos, padecen alucinaciones, y a menudo necesitan tratamiento y cuidados.
Cuando las filosofías orientales hablan de destruir el Ego se están refiriendo a una tarea muy difícil de imaginar en occidente: superar todo deseo hasta lograr un grado de entendimiento y sensibilidad que nos permita dejar de percibir el mundo como individuo: eso es algo que no se le puede pedir a cualquier trabajador, habría que dedicarse al misticismo. Si se quiere vivir el mundo material, de la sociedad humana (buena o mala), es necesario tener un Ego, un Yo. A los que confunden el límite entre su Ego, su YO, y el mundo exterior se les denomina esquizofrénicos, padecen alucinaciones, y a menudo necesitan tratamiento y cuidados.
El ego no se debe confundir
simplemente con vanidad. Ego es la categoría central del YO. El Ego es
autoconcepción, mapa íntimo de lo que es cada quien para sí mismo y para los
demás.
El Ego por sí mismo no puede ser
malo, es como un perro: si lo educas y entrenas tendrás un fiel aliado, si lo
malcrías será un dolor de cabeza constante. El asunto está en cultivar ese ego,
en no dejarlo crecer al capricho de los gustos. Los gustos compiten en el
mercado para apoderarse de los egos de las personas, pero eso hay que hablarlo
más adelante, con mejor detalle.
2.- En el medio laboral, el
cliché sobre el ego de los músicos se oye frecuentemente como deslegitimización
automática de los reclamos que hace el artista sobre sus condiciones de trabajo.
Esto hay que rechazarlo
categóricamente porque es escudo de abusos y falta de profesionalismo por parte
de los que rodean al músico. En mi carrera son numerosas la oportunidades en
que he reclamado mayor rigurosidad en algún aspecto técnico del espectáculo y
he sido despachado con reprobaciones de ególatra, desubicado, altanero.
De lo que hablo es de un vicio
ideológico-profesional que he constatado en varios lugares en los que he tocado
y sobre el que quiero advertir: a la hora de dar tratamiento técnico a la obra
en vivo de un músico se deben acatar en la medida de lo posible las sugerencias
y requerimientos del mismo. Lo más probable es que el músico ya haya puesto a
prueba su sonido en múltiples oportunidades y conoce a la perfección sus
capacidades y características de ejecución. Los mismo cuenta en lo
administrativo.
3.- El trabajo de un artista
implica un camino de autoconocimiento, la identificación que hay entre la obra
y el propio yo, su autoconcepción, su "ego" es de tal magnitud que la
crítica a la obra pasa por cuestionar la persona misma del artista.
Leí, ya no recuerdo dónde, que lo
que caracteriza al artista es que convierte sus problemas personales en
imágenes, hechos, objetos cuyo contenido expresa, por identificación, lo
sentido por muchos que no participaron en la creación de la obra. Lo bonito del
arte es que al final es de todos ¿De qué sirve un concierto sin público? ¿No
nos demostró ya John Cage que el público es parte inextricable del sonido en
vivo? Pero el trabajo del espectador no termina allí, los músicos estamos
esperando por la crítica.
En este sentido la deformación que
enfrentamos es por ausencia. La poca crítica o comentario que hay sobre la
actividad musical por estos lares es propagandística (es decir, solo reseña el
evento que está por venir) o farandulera (se centra en los aspectos
extra-musicales: vida íntima o posición política del artista) y cuando va a lo
musical se queda en lo meramente valorativo (me gusta o no).
El punto es que debemos cuestionar
el gusto, amasarlo con palabras. La crítica debiera ser el diálogo del
espectador acucioso con el creador sobre cuáles son los problemas que la obra
plantea a la sensibilidad y cuáles son los recursos que emplea, cómo los
emplea, etc.
Ese diálogo está muy desatendido,
y no es fácil atenderlo, es necesario pensar, sentir, ordenar un poco ambas cosas
y expresarlas – lo más difícil – con sinceridad y encanto.
El Ego de los músicos busca el
diálogo ¿qué otra cosa es la música?
Armando González
(Los Tercios Ccs)
tomado de http://losterciosccs.blogspot.com/
Vea:
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