Si bien la figura de Pablo Neruda
alcanzó su mayor importancia gracias a su labor poética, no es menos
cierto que su condición de hombre universal estuvo moldeada por su
preocupación e interés por todo lo que se relaciona con la "inmensa
humanidad" a la que canta el poeta turco Nazim Hikmet. Separar al poeta
de su dimensión política es, en el caso de Neruda, negar uno de los
elementos constituyentes no sólo de su poesía, sino de una cosmovisión
que se expresó en la activa participación del vate en la vida ciudadana,
de la mano del Partido Comunista, del cual fue parte.
La relación de Neruda y la política se remonta a la década de 1920, época de gran agitación en la cual la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile
-en la que Neruda participó tangencialmente- era una de las principales
protagonistas. De esos años, sin embargo, antes que una definida
inquietud política, quedó en el poeta la marca de una naciente
sensibilidad social que sólo años más tarde se concretó, implicando un
cambio que afectó su vida, su obra y su visión de la poesía.
El lugar de ese giro fue España; el momento, el año 1936, cuando
estalló la Guerra Civil. En esos años, Neruda se desempeñaba como cónsul
de Chile en Barcelona, y mantenía una estrecha relación con el ambiente
intelectual español, el que se encontraba fuertente polarizado por la
realidad política. Neruda, sin embargo, aún se mantenía al margen de
esta situación.
Pero todo eso cambió al desatarse la guerra civil Española. Fue en
ese momento en el que Pablo Neruda y su poesía entraron frontalmente en
la política y tomaron partido por medio del poema "Explico algunas
cosas", que expresa la transformación que se produjo en el poeta.
Empujado por los sucesos de España,
Neruda comenzó un largo camino en la política, que lo llevó no sólo a
dotar a su poesía del sentido social presente en muchos de sus textos,
sino a asumir tareas en el Senado de la República a partir de 1945, año
en que fue elegido senador por Tarapacá y Antofagasta y en el que ingresó al Partido Comunista de Chile. Tres años más tarde, obligado por la Ley de Defensa Permanente de la Democracia promulgada por Gabriel González Videla, que declaró ilegal al Partido Comunista, Neruda comenzó su viaje al exilio, viviendo en la clandestinidad hasta que logró salir del país, al que sólo pudo volver en 1952.
Como señala Volodia Teitelboim,
la dimensión política del poeta es "un aporte indispensable para el
conocimiento más pleno e integral de la vida, la obra, la acción de un
chileno que sumó a su deslumbrante poesía el coraje militante. [Que]
personifica un ejemplo conmovedor de dignidad y consecuencia" que se
plasmó en su aporte a la poesía política, así como en una labor que lo llevó al senado, a cumplir labores diplomáticas, a ser precandidato presidencial de su partido en las elecciones de 1970 y generalísimo de Salvador Allende en esas mismas elecciones.
Su muerte, ocurrida pocos días después del golpe de Estado de 1973,
continúa envuelta en el aura de esos días, convirtiéndose también en
símbolo del compromiso de Neruda con las ideas que animaron su vida.
Fuente: Memoria Chilena.cl
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