Las epilepsias musicógenas son un tipo de
epilepsia refleja compleja y el estímulo musical desencadenante puede
ser diferente para cada paciente.
Se definen como crisis focales debido a descargas que engloban
principalmente las áreas laterales y mesiales del lóbulo temporal, así
como las zonas orbitofrontales.
De los datos analizados en este estudio se puede observar que la localización más frecuentemente afectada en el electroencefalograma es el lóbulo temporal derecho, seguido a continuación del lóbulo temporal izquierdo. Estos hallazgos van en consonancia también con las otras pruebas funcionales, como pueden ser la magnetoencefalografía, la tomografía computarizada por emisión de fotón único, la tomografía por emisión de positrones y la resonancia magnética funcional, que recogen alteraciones en la localización anteriormente mencionada. Sin embargo, en la resonancia magnética estructural, en la mayoría de los pacientes no se encontraron alteraciones, y tan sólo cuatro pacientes presentaron lesiones sintomáticas que podían explicar las crisis. Por ello, probablemente las pruebas neurofuncionales sean prioritarias en el diagnóstico de esta patología.
El componente musical específico que precipita las crisis no se conoce. En nuestra revisión, de todos los casos analizados, la música que evoca un alto contenido emotivo por parte del paciente es el estímulo que más conduce a desencadenar la crisis. Acorde con la descrito en la bibliografía, se atribuye un papel importante al componente emocional que pueda tener la música para el paciente más que a otros componentes de la música, como el tono, el timbre o la melodía en sí mismos . Se ha descrito en otros estudios la relación de áreas asociadas al procesamiento de las emociones, como el sistema límbico (hipocampo, corteza entorrinal, cíngulo, amígdala), el núcleo accumbens y la corteza orbitofrontal y prefrontal con este tipo de epilepsias.
Sin embargo, los mecanismos exactos que
producen este tipo de crisis quedan por esclarecer aún a falta de datos
concluyentes. Para reforzar la asociación entre el punto de inicio de
las crisis y las estructuras límbicas, se usaron, entre otras, la
resonancia magnética funcional, el electroencefalograma y la
magnetoencefalografía, y se concluyó que la actividad en la parte mesial
del lóbulo temporal derecho puede llevar a cambios en la actividad de
las áreas frontales.
Todos estos hallazgos conducen a la hipótesis de que el componente
emocional más que el auditivo es el que desencadena la epilepsia
musicógena.
Por ello, según algunos autores, existe una red implicada en el
procesamiento de los trastornos afectivos y la epilepsia musicógena, ya
que parecen compartir fisiopatología común.
En esta línea, Cheng et al documentaron el caso de un paciente que
sufría epilepsia musicógena y sus crisis estaban precipitadas por
canciones o música que escuchaba en períodos en los que estaba estresado.
El tratamiento con venlafaxina, sin conseguir una remisión de las
crisis, sí modificó su forma de presentacións. Otros autores también han
demostrado que los inhibidores selectivos de la recaptación de la
serotonina se han asociado con un descenso de la frecuencia de crisis
musicógenas en pacientes ya tratados con antiepilépticos. Todo ello apoya la hipótesis de la experiencia emocional evocada o reforzada por la música en este tipo de epilepsia.
En la mayoría de los casos descritos, el tratamiento inicial fue con antiepilépticos, aunque también se han descrito casos farmacorresistentes en los que la cirugía resolvió el cuadro. En algún caso excepcional de pacientes con epilepsia estrictamente musicógena, únicamente provocada por un estímulo musical, se ha descrito que puede controlarse evitando su exposición al desencadenante o distrayendo su atención sobre él.
Como se ha comentado, debido a la implicación emocional, el tratamiento concomitante de antiepilépticos e inhibidores de la recaptación de la serotonina puede ser una opción terapéutica adecuada ante este tipo de epilepsia.
Tras nuestra revisión, a pesar de haber analizado las características de todos los casos en relación con variables clínicas, según el tipo de estímulo desencadenante y en función de la localización de las crisis mediante pruebas complementarias, son necesarios más estudios para profundizar en otros datos que no hemos encontrado en algunos de los pacientes estudiados, como: los antecedentes familiares y personales de los pacientes, incluyendo la formación musical; indagar en otras variables clínicas, como la neuropsiquiátrica, la lateralidad manual o la dominancia hemisférica; utilizar protocolos de pruebas neurofisiológicas y de neuroimagen; e identificar el tratamiento establecido en cada caso, entre otros.
A pesar de la escasa prevalencia de esta patología, sería necesario realizar más estudios con mayor número de pacientes, ya que la bibliografía actual sólo recoge casos únicos o series de casos, y de esta manera se podría dilucidar sobre los mecanismos fisiopatológicos que subyacen en la epilepsia musicógena y proponer estrategias terapéuticas en beneficio de nuestros pacientes.
En conclusión, la epilepsia musicógena es un tipo de epilepsia refleja compleja que se caracteriza por desencadenarse con estímulos musicales. La alta emotividad que provoca al paciente una determinada audición musical es, probablemente, el factor musical más frecuentemente descrito como desencadenante de la crisis. Esto se podría explicar por una posible relación entre las redes cerebrales que se encargan del procesamiento de las emociones a través del estímulo auditivo y el desarrollo de este tipo de epilepsia, lo que pone en valor una opción terapéutica con antidepresivos de forma concomitante a los antiepilépticos en este tipo de epilepsia. La zona epileptógena más frecuentemente encontrada en las pruebas neurofisiológicas y de neuroimagen es el lóbulo temporal derecho con respecto a otras localizaciones, sin hallarse habitualmente alteraciones estructurales que la justifiquen y, por tanto, son las pruebas neurofuncionales las que pueden aportar más datos en cuanto a la localización de esta patología.
En la mayoría de los casos descritos, el tratamiento inicial fue con antiepilépticos, aunque también se han descrito casos farmacorresistentes en los que la cirugía resolvió el cuadro. En algún caso excepcional de pacientes con epilepsia estrictamente musicógena, únicamente provocada por un estímulo musical, se ha descrito que puede controlarse evitando su exposición al desencadenante o distrayendo su atención sobre él.
Como se ha comentado, debido a la implicación emocional, el tratamiento concomitante de antiepilépticos e inhibidores de la recaptación de la serotonina puede ser una opción terapéutica adecuada ante este tipo de epilepsia.
Tras nuestra revisión, a pesar de haber analizado las características de todos los casos en relación con variables clínicas, según el tipo de estímulo desencadenante y en función de la localización de las crisis mediante pruebas complementarias, son necesarios más estudios para profundizar en otros datos que no hemos encontrado en algunos de los pacientes estudiados, como: los antecedentes familiares y personales de los pacientes, incluyendo la formación musical; indagar en otras variables clínicas, como la neuropsiquiátrica, la lateralidad manual o la dominancia hemisférica; utilizar protocolos de pruebas neurofisiológicas y de neuroimagen; e identificar el tratamiento establecido en cada caso, entre otros.
A pesar de la escasa prevalencia de esta patología, sería necesario realizar más estudios con mayor número de pacientes, ya que la bibliografía actual sólo recoge casos únicos o series de casos, y de esta manera se podría dilucidar sobre los mecanismos fisiopatológicos que subyacen en la epilepsia musicógena y proponer estrategias terapéuticas en beneficio de nuestros pacientes.
En conclusión, la epilepsia musicógena es un tipo de epilepsia refleja compleja que se caracteriza por desencadenarse con estímulos musicales. La alta emotividad que provoca al paciente una determinada audición musical es, probablemente, el factor musical más frecuentemente descrito como desencadenante de la crisis. Esto se podría explicar por una posible relación entre las redes cerebrales que se encargan del procesamiento de las emociones a través del estímulo auditivo y el desarrollo de este tipo de epilepsia, lo que pone en valor una opción terapéutica con antidepresivos de forma concomitante a los antiepilépticos en este tipo de epilepsia. La zona epileptógena más frecuentemente encontrada en las pruebas neurofisiológicas y de neuroimagen es el lóbulo temporal derecho con respecto a otras localizaciones, sin hallarse habitualmente alteraciones estructurales que la justifiquen y, por tanto, son las pruebas neurofuncionales las que pueden aportar más datos en cuanto a la localización de esta patología.
Tomado el artículo científico:
Conocimiento actual de la epilepsia musicógena: revisión de la literatura científica
Revista neurologia.com
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