Desde los comienzos de la evolución del animal humano, este
fue lentamente descubriendo la forma de comprenderse a sí mismo, de encontrarle
explicación a su relación con la naturaleza y el universo. Junto con las
palabras, con las cuales comenzó a identificar todo en la naturaleza,
seguramente surgieron el arte y la música que es de lo que escribiremos hoy.
Al principio, lo más probable nos inspiráramos en la sonoridad
de todo a nuestro alrededor, el canto de
las aves y otros animales e insectos, el sonido de la lluvia y los ríos, el viento y las tormentas, para así empezar a crear melodías y poco a poco
inventar instrumentos con los cuales ponerle lo que hoy llamamos música a la
extraña experiencia de la vida. En ese trayecto, los diferentes pueblos
componían basados en sus costumbres y sus
alrededores desarrollando lo que hoy el sistema mundo eurocéntrico dominante llama “folklore” una
palabra sajona compuesta de dos palabras “folk” que significa pueblo y “lore”
que se traduce como saber o conocimiento, o sea las expresiones culturales de
cada localidad.
Al irse consolidando el sistema capitalista con su afán de fragmentación, clasificación y cosificación de absolutamente todo, se comenzó a etiquetar la música y el arte en general de acuerdo con las épocas, los estilos y las inevitables modas producto de la comercialización y el consumismo inducido por la maquinaria del capital y las clases gobernantes.
En nuestra América, los invasores europeos trajeron consigo además de sus enfermedades y sus costumbres, su música y sus instrumentos, mucho de todo ese bagaje cultural indudablemente se había inspirado en las civilizaciones del medio y lejano oriente. No profundizaremos en lo que todos sabemos fue uno de los genocidios y latrocinios más horribles en la historia de la humanidad, solo analizaremos la forma en que lentamente se fue desarrollando esa identidad cultural tan distinta a la que encontraron los invasores en estas tierras de Abya Yala, un continente repleto de variedad, con una rica y floreciente cultura muy distinta a la europea, con sus instrumentos sus canciones y su historia, la cual se empeñaron los esbirros de los imperios de turno en tratar de borrar.
La estrategia de nuestros pueblos, siempre en resistencia, fue la de irse apropiando de los idiomas, las imágenes, los instrumentos y las costumbres de los invasores, transformándolos hasta el punto de volverlos, en muchos casos, casi irreconocibles para la mentalidad europea. Se fueron creando así, dialectos, estilos musicales, danzas y religiones que escondían muy adentro de la occidentalización de las culturas originarias, el ¨discurso salvaje¨ de miles de años de evolución de ese ser humano ahora catalogado como “americano”, un ser complejo, mestizo, lleno de misterios y ritmos que fueron amalgamando una convulsionada Europa y la madre áfrica con las culturas de las civilizaciones primogénitas del “nuevo” continente. De esta forma, lentamente, fueron naciendo nuestros diferentes “folklores”, o sea esa maravillosa mezcla de sonidos, colores e imágenes, que hoy adornan nuestros llanos y montañas.
En el norte de la “América”, después del genocidio de los habitantes originales, esta vez a manos de un nuevo imperio naciente al calor de las revoluciones y las guerras, llegaron también , al igual que en el sur y el caribe, nuestros hermanos del áfrica, llegaron a sembrar las tierras del norte con su sudor ,su sangre y sus lágrimas, y de allí al pasar del tiempo, aquellos cuenta cuentos y aquellos cantos de alegría y libertad de los pueblos de esa madre patria de todos nosotros que hoy llamamos áfrica, se fueron transformando en lo que actualmente conocemos como “rythim and blues”, fuente de inspiración para el jazz, y muchos otros estilos que se han ido popularizando a través de los años, incluyendo la salsa y el “rock and roll”, conocido entre nosotros simplemente como “rock”, el hip hop y todos sus derivados, el inevitable mestizaje musical de nuestros pueblos. Todos estos cantos, eran en un principio, cantos de protesta, de libertad, de indignación, eran como lo siguen siendo en el fondo para todos los verdaderos artistas comprometidos con la creación de una buena cultura de amor y solidaridad, una “canción necesaria”.
De forma muy breve y muy por encima, quise que echáramos una mirada a las raíces del “rock latinoamericano”, un estilo musical que llegó a nuestras tierras junto a los nuevos colonizadores y su idioma, y que muchos de nosotros, decidimos expropiar y transformar para usarlo como un instrumento en nuestra permanente batalla de ideas y de revolución contracultural. Cabe destacar aquí que el “rock and roll” siempre fue expresión de rebeldía revolucionaria, no la rebeldía sin causa que trataron de vendernos después, sino esa rebeldía contra la injusticia, la violencia y las guerras desatadas por las ansias de poder y conquista de las elites gobernantes. No en balde artistas como los Rolling Stones le dedicaron una hermosa canción a la activista de izquierda miembro de las “panteras negras” Ángela Davis, encarcelada en esos tiempos por el ”régimen” gringo, y otros reconocidos músicos como Dylan, Crosby Steel y Nash, Neil Young (quien hoy en día es un fuerte opositor a la transnacional Monsanto) y el gran John lennon, compusieron canciones que aun hoy son adoptadas como himnos por diferentes movimientos sociales contra la guerra y el capitalismo.
En la próxima entrega, profundizaremos más en otros tipos de música contemporánea como el punk, el metal el reggae, el uptempo y el hip hop, el calipso, el rapso y conoceremos a muchos artistas comprometidos con las luchas de los pueblos, y también explicaremos como el capitalismo se apropia de nuestros símbolos contraculturales para vaciarlos de contenido volviéndolos simples fetiches, objetos de consumo de una cultura macdonilizada.
Sobre si el rock es o no penetración cultural, bueno, quizás los únicos instrumentos autóctonos de nuestros pueblos originarios son las flautas y las maracas, y algunos instrumentos de percusión, del resto la mayoría fueron “expropiados” a los invasores, y si de penetración cultural hablamos, la muestra más grande es la música “clásica”, parte de una cultura elitista, eurocéntrica y a la cual todavía hoy le dedicamos una gran parte del presupuesto para la cultura en nuestro país, no me tomen a mal, no creo que haya nadie que no se emocione con un concierto de piano de Chopin, o una pieza de Brahms o Vivaldi o del extraordinario Bach, no quiero con estas palabras ni acusar a la música clásica ni defender al Rock nuestro americano, mi humilde intención es fomentar una discusión fértil sobre cómo fueron¨ insurgiendo¨ los diferentes tipos de música en nuestros países a través de los tiempos, las distintas e inevitables influencias y del carácter contra cultural que fueron tomando en muchísimos casos estas expresiones culturales a través de siglos de lucha.
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Increíble nota compañeros y compañeras de el silbón...Desde Argentina un abrazo de patria grande! Y a seguir silbando bien alto
ResponderEliminarGracias compañero, una abrazo de Patria Grande!
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