
Toda historia tiene un principio. O no. Porque a veces, éste es enormemente difuso, especialmente si se trata de una expresión artística o un fenómeno contracultural. Tanto, que a menudo tiene que llegar alguien -generalmente un agudo periodista-, para ponerle fecha, lugar y nombre concretos, y así poder abarcarlo, catalogarlo y entenderlo.
En el caso del (revuelta de las chicas), el movimiento feminista surgido de la escena punk independiente norteamericana de principios de los noventa, ese lugar se situó al norte de EE UU. En concreto, en Olimpia, capital del estado de Washington, una ciudad de apenas 40.000 habitantes e importante presencia juvenil, en parte gracias a su escuela de arte, Evergreen State, una de las más liberales del país. El punto de partida De entre la amalgama de festivales que ponen la nota de color a los veranos de Olimpia, apenas uno, el International Pop Underground Convention de agosto de 1991, estaba destinado a pasar a la historia.
Allí, la organización dispuso un escenario en el que tocarían exclusivamente bandas formadas por mujeres. Por él pasaron grupos como Bratmobile, 7 Year Bitch o Suture, uno de los proyectos de Kathleen Hannah, que se iba a convertir en cabeza visible del movimiento al frente de la banda local Bikini Kill. Todas aquellas jóvenes, muchas de las cuales apenas se conocían entre sí, plasmaron aquella noche sobre las tablas lo que venía gestándose por toda la geografía del país: la llamada "tercera ola" del feminismo calaba hondo entre las jóvenes de clase media, que plasmaban sus ideas en fanzines de bajo presupuesto (uno de los cuales se llamó precisamente Riot Grrrl). Al mismo tiempo, multitud de bandas formadas por mujeres manifestaban su derecho a expresarse artísticamente.
En sus letras clamaban contra la violencia machista, los abusos sexuales y los obsoletos cánones masculinos. Practicaban la ética Do it Yourself (hazlo tú mismo), característica del espíritu punk. Peleaban por hacerse un hueco en un mundo, el del rock, copado mayoritariamente por hombres y en el que, en multitud de ocasiones, la mujer ha jugado el papel de sex symbol o mera groupie. Pero no era fácil. A menudo les llovían los insultos del público, que las llamaba "putas", "perras" o "bolleras" . Ellas, en respuesta, se pintaban esas palabras en la ropa para despojarlas de su significado. Chispa, auge, caída A nivel social, el contexto era tan turbulento como apropiado para la revuelta. La campaña del grupo antiabortista Right to Live en defensa del juez ultraconservador Clarence Thomas, envuelto en un escándalo de acoso sexual, había puesto en pie de guerra a los colectivos feministas, que organizaron diversos festivales de protesta que contribuirían a la unidad del movimiento.


Nombres como el malogrado líder de Nirvana, Kurt Cobain, o el cineasta John Cassavettes, célebre por sus investigaciones sobre la improvisación en sus películas (algunas de las cuales son abiertamente feministas, como Gloria), influyeron decisivamente en el pensamiento y la actitud de los grupos Riot Grrrl. El influyente músico Ian McCaye, líder de una de las más emblemáticas formaciones de hardcore de Washington D. C., Minor Threat, apoyó decididamente a Bikini Kill grabando su primer EP.
Más allá de todo ello, muchos de los miembros de los grupos eran hombres, tan comprometidos con la causa feminista como sus propias compañeras de filas. Chiquita y Chatarra, dúo asturiano
1 ¿Qué significa para Chiquita y Chatarra el concepto Riot Grrrl? Es un movimiento musical etiquetado, como todos, por la prensa, con la particularidad de que rezumaba cierto feminismo.
2 ¿Son viables hoy día los valores que propugnaba aquella escena? No sabemos ni si fueron viables en aquel momento... En nuestro caso, nos sentimos muy identificadas con muchas bandas masculinas y hoy debería estar superado eso del rock and roll «de género»... Me imagino que grupos como Bikini Kill o Bratmobile tenían que aguantar mucha fanfarronada. Lo que está claro es que eran bandas con personalidad y talento. Musicalmente fueron importantísimas; vamos, que nos han hecho un gran favor.
3 ¿La mujer sigue jugando un papel secundario en el punk y en el rock en general? La mujer tiene un papel secundario para todo, hasta para parir, el caso es que una no se puede dormir en los laureles, nos gusta tocar y eso es lo que hacemos; habrá gente que se horrorice con nuestra música, pero lo que tenemos claro es que no es una cuestión de género sino de educación.
4 ¿Es España un país especialmente machista? Sí. Totalmente machista, purista y conservador.
Fuente:20minutos.es/
Comentarios
Publicar un comentario