Entrevista a John Bellamy Foster
John Bellamy Foster es profesor de sociología en la Universidad
de Oregón y editor de Monthly Review, su trabajo aborda temas de
economía política del capitalismo, crisis económica, crisis ecológica y
teoría marxista.
¿La
ideología marxista es relevante hoy? ¿O es que solo tenemos "restos" de
ella aplicada en los grupos parlamentarios quienes se apegan a la casa
socialdemócrata dominante y básicamente tienen los mismos programas que
los partidos de derecha?
No hay duda de que la crítica
teórica marxista del capitalismo es más relevante hoy más que nunca y
ejerce una influencia enorme y creciente en muchas partes del mundo, una
señal de la profunda crisis del sistema, y del aumento de la
disidencia. Sin embargo, cómo transformar esto a la práctica es
inevitablemente más difícil y varia de un lugar a otro. La política
electoral en Norte América y Europa en el presente es principalmente el
domino de los partidos capitalistas. Los socialdemócratas se han
convertido en liberales sociales con solo una distinción entre ellos y
el centro derecha. Esto no es un reflejo de las fuerzas sociales en el
terreno, tanto como las restricciones impuestas por el capital a toda la
sociedad en la era neoliberal en un contexto de crisis económica, y
debido a la reivindicación thatcherista de que ya no había un
alternativa al sistema actual. Todo esto formaba parte de la narrativa
del "fin de la historia": la noción de que el liberalismo/capitalismo
era el único camino que le quedaba al futuro tras la desaparición de
sociedades de tipo soviéticas. En esta atmosfera, el capital, que estaba
enfrentado su propia crisis de acumulación, ha intentado llevar a cado
lo que Gramsci llamó una "revolución pasiva" utilizando su posición
hegemónica para cambiar las reglas permanentemente a su favor.
Esto solo condujo, sin embargo, al deterioro de las condiciones
generales, reflejadas en estancamiento económico y la financiarización,
el incremento de la desigualdad, la crisis ecológica planetaria, la
propagación de la guerra, y los peligros generales para la humanidad,
todo esto combinado para hacer una farsa de la noción del progreso
capitalista. En todas partes, las personas están luchando con
estrategias de salida diseñadas para hacer frente a un conjunto cada vez
mayor de crisis sociales y ecológicas, y cada vez se considera que
estos problemas requieren de una salida del actual sistema de
acumulación. El Estado neoliberal está ahora en crisis, requiriendo que
los bloques de poder dominante en casi todos los países recurran a los
bloques de poder neofascistas como una vía para asegurar el control de
la sociedad, es decir, el uso de poder crudo, y las alianzas entre los
ricos y una nueva clase media reaccionaria o la pequeña burguesía.
En estas circunstancias los movimientos y las estrategias pueden
diferir ampliamente entre países. En Europa Occidental, los Estados
Unidos y Japón, es decir, la triada, las luchas radicales más
importantes son generalmente extraparlamentarias en la actualidad,
aunque el Partido Laborista bajo Corbyn en el Reino Unido representa una
lucha parlamentaria crucial, ya que por primera vez la dirección del
Partido Laborista está tomando una postura decididamente
antiimperialista. En los movimientos del Sur Global que pueden ser
vistos como revolucionarios y como auténticos movimientos por el
socialismo, se encuentran operando en una gran variedad de esferas. Como
ha sido cierto durante más de un siglo, las principales revoluciones
han sido encontrada en la periferia y la semi periferia del sistema
capitalista. La velocidad con que las crisis económicas y ecológicas de
capitalismo se están desarrollando, el debilitamiento del Estado
democrático liberal en casi todas partes, y la propagación de la guerra y
reacción, hacen que el futuro de la humanidad dependa más que nunca del
renacimiento del movimiento por el socialismo y de la creación de una
Nueva Internacional, a diferencia de las Internacionales de antaño
(aunque cercanamente parecida a la Primera Internacional).
Uno
de tus libros se titula La teoría del capitalismo monopolista. ¿Puede
darnos una idea del argumento principal? ¿De qué se trata?
La teoría del capitalismo monopolista se enfoca en el análisis de Paul
A. Baran y Paul M. Sweezy "El capital monopolista" que fue el desarrollo
más influyente de la crítica político-económica marxista y de la teoría
de la crisis que surgió en los Estados Unidos. Baran nació en la
Ucrania en la Rusia zarista y estudió en la Unión Soviética y Alemania,
donde estaba afiliado al Instituto de Investigaciones Sociales de
Frankfurt, mientras escribía para el Die Gesellschaft de
Hilferding y recibió su doctorado en economía. Después de que Hitler
llegó al poder huyó a Polonia donde trabajó para el negocio de la madera
de su familia. Pronto se convirtió en el representante de la industria
maderera polaca en Londres, y después se fue a Estados Unidos a estudiar
economía en Harvard. En la guerra trabajó para la Strategic Bombing Survey a cargo del economista John Kenneth Galbraith. Después de la guerra, tomó un cargo en la Federal Reserve Board y luego fue contratado como profesor de economía en Stanford. Su libro más famoso antes del "Capital Monopolista", fue The Political Economy of Growth (1957), que fue una obra fundamental en la teoría marxista de la dependencia.
Sweezy era hijo del vicepresidente de uno de los bancos de J. P.
Morgan, y fue producto de una educación de elite en Exeter y en Harvard.
Se sintió atraído por el marxismo durante un año en la London School of
Economics y regresó a Harvard donde era un colega más joven del
economista conservador Joseph Schumpeter, con quien desarrolló un amista
cercana a pesar de sus puntos de vista políticamente opuestos. Sweezy
escribió The Theory of Capitalist Development: Principles of Political Economy (1942),
que a menudo todavía se considera el trabajo más importante sobre los
principios económicos marxistas. Durante la guerra trabajó para la Office of Strategic Services.
Después de la guerra renunció a su puesto en Harvard y se convirtió en
el editor fundador junto con el periodista e historiador laboral
marxista Leo Huberman de Monthly Review, subtitulado An Independent Socialist Magazine, por el cual Albert Einstein escribió su Why Socialism? en
el primer número. Sweezy fue blanco de la cacería de brujas
anticomunista de McCarthy y se negó a mencionar nombres ni a entregar
notas de una conferencia dictada en la Universidad de New Hampshire. Fue
acusado de desacato al tribunal y su caso fue a la Corte Suprema de los
Estados Unidos, que decidió a su favor, en uno de los casos que
llevaron al macarthismo a su fin. La revolución cubana fue fundamental
para Baran y Sweezy, y Monthly Review adquirió una identidad primaria como defensor de las revoluciones en lo que entonces se llamaba el Tercer Mundo.
El Capital Monopolista fue un esfuerzo por actualizar la economía
política marxista mediante el desarrollo de una teoría de la acumulación
en la fase monopolista del capitalismo, dominado por grandes empresas.
El análisis se basó en el Capital de Marx, pero se enfocó en las
modificaciones en la naturaleza del sistema asociado con la fase
monopolista. Económicamente, el análisis estaba extensivamente arraigado
en el trabajo del economista polaco Michat Kalecki en sus trabajos como
Theory of Economic Dynamics (1962) y en el marxista austriaco Josef Steindl, Maturity and Stagnation in American Capitalism (1952).
Pero Baran y Sweezy extrajeron muchas más amplias conclusiones,
extendiendo su análisis al Estado y a la sociedad como un todo,
enfocándose en el problema de la absorción del excedente económico, lo
que les permitió criticar fenómenos como la creciente labor de ventas,
la automovilización, el militarismo, el imperialismo y el aumento
irracionalidad de un sistema que depende cada vez más de desperdicio
económico. El Capital Monopolista argumentó directamente que el estado
normal del capital monopolista era el estancamiento secular. Su análisis
fue la crítica radical más influyente al capitalismo emergente en 1960 y
fue la base principal para el desarrollo de la economía política
radical en los Estados Unidos hasta mediados de la década de 1970.
A finales de 1970, sin embargo, hubo un retorno general al movimiento
de Marx en el marxismo occidental, que fue enormemente creativo en
muchos aspectos, pero que condujo a un rechazo por parte de la izquierda
de la idea del Estado monopolista y al retorno a más interpretaciones
fundamentalistas de Marx y el marxismo. En el punto de vista
fundamentalista, la crítica de Marx al capitalismo era vista como
suficiente para el análisis del presente, es decir, tales nociones, como
la prevalencia del capitalismo libremente competitivo (incluso respecto
a la competencia de precios) y de la importancia inmediata y directa de
la tendencia decreciente de Marx de la tasa de ganancia, resucitaron.
Incluso, la concentración y centralización del capitalismo, el
crecimiento oligopólico, y el incremento de las corporaciones
multinacionales fueron minimizados. La economía política marxista de
este modo retrocedió en muchos aspectos y se dirigieron una serie de
críticas al análisis de Baran y Sweezy, como la afirmación de que
habían negado la teoría marxista del valor, y la acusación aún más
irracional de que su análisis era de carácter reformista. Mi libro The Theory of Monopoly Capitalism,
que apareció en el vigésimo aniversario del Capital Monopolista fue
diseñado para responder a estas críticas, mostrar como la teoría se
había desarrollado fuera de la propia crítica de Marx, y explorar las
contradicciones de la acumulación bajo el capitalismo monopolista. Una
reciente edición de mi libro fue publicada en 2014 dando cuenta del
debate que surgió en los años intermedios.
Aunque la mayoría de
la economía política marxista se refugió de finales de los años setenta
hasta la década inicial de este siglo en una escolástica vacía, Sweezy,
trabajando con su coeditor posterior, el economista Harry Magdoff,
seguido de otros asociados con Monthly Review, desarrolló un
poderoso análisis en este período de la relación del estancamiento con
la explosión financiera, viendo la financiarización como la principal
respuesta al estancamiento económico. También continuaron examinando el
crecimiento del capital monopolista en el escenario mundial en forma de
corporaciones multinacionales. Este análisis de la monopolización, el
estancamiento y la financiarización resultó ser el conjunto más poderoso
de ideas sobre el desarrollo contemporáneo de la acumulación y la
crisis. El representante más importante de esta línea de pensamiento
hoy, que reúne todos sus aspectos, incluida la lucha contra el
imperialismo, es Samir Amin, quien recientemente publicó Modern Imperialism, Monopoly Finance Capital y Marx's Law of Value.
La teoría del capital monopólico (ahora actualizada como el análisis
del capital de monopolio financiero) también ha cobrado un ímpetu
adicional en los últimos años mediante el lanzamiento de algunos
manuscritos inéditos de Baran y Sweezy asociados al Capital Monopolista
(estos desarrollos se discuten en la nueva edición de libro). La
importancia perdurable de toda esta tradición radica en lo que Sweezy
llamó (en el título de uno de sus libros) "el presente como historia",
es decir, la teoría marxista debe extenderse para abordar los cambios
dentro del capitalismo mismo.
¿El marxismo tiene un futuro en la política real?
Sí, si realmente estamos hablando de política real, y no del tipo de
política organizada -un mero cambio de sillas entre la elite del poder-
que sustituye a la política actual. El materialismo histórico sigue
siendo la base real de todas las políticas críticas y revolucionarias
que desafían al capitalismo en todos los sectores del globo. En este
sentido, el fantasma del marxismo aún persigue al capitalismo, un hecho
claramente evidente en los incesantes ataques a la izquierda que emanan
de la ideología recibida, que hoy tiene poco más que una ideología de
miedo para ofrecer en respuesta. El impacto actual de la filosofía de la
praxis es obviamente bastante diferente en diferentes partes del mundo.
Sin embargo, la crisis global del dominio capitalista es tal que
disuelve muchas de estas diferencias. El ritmo del cambio histórico está
aumentando hoy como en cada época de transición. El movimiento de hoy
hacia el socialismo muestra señales tanto de la fragmentación de la
clase trabajadora como de las mayores fortalezas que hoy se logran
mediante la lucha co-revolucionaria que apunta a reunir esos diversos
intereses. Lo que estamos viendo de muchas maneras es un movimiento más
crítico, más revolucionario en su alcance e inclusión de sus objetivos,
dirigido a la creación de la igualdad sustantiva. Lo que es más
extraordinario en los movimientos marxistas hoy en día, particularmente
en América Latina, es su amplitud y creatividad, la incorporación de
nuevas lenguas vernáculas y luchas más amplias. Un aspecto crucial de
esto es un proceso de autocrítica, aprender del pasado. La verdadera
política de hoy es la política revolucionaria; como dice Samir Amin, es
"audaz" en sus objetivos.
¿Cuál es el futuro del capitalismo?
El capitalismo, como argumentó el difunto István Mészáros, hace mucho
tiempo que pasó su fase ascendente y ahora está en su fase descendente.
Al mismo tiempo, su poder de destrucción es incomparable. Hace poco
estuve mirando un libro, titulado The Future of Capitalism,
escrito hace unas décadas por Lester Thurow, un famoso economista
liberal de izquierda progresista en los Estados Unidos. Thurow no era
radical, pero era lo suficientemente crítico como para sacar a relucir
algunas de las contradicciones del capitalismo, y para una figura del establishment,
a veces podía ser absolutamente devastador. En su penúltimo capítulo,
escribió con respecto a la relación estructural del capitalismo con el
medio ambiente que socava sistemáticamente el futuro. "Cada generación
toma buenas decisiones capitalistas, pero el efecto neto es el suicidio
social colectivo". En el capitalismo, sugirió, prevalece la anarquía:
"¿Quién está al mando del sistema social? Dado que el capitalismo cree
que no hay un sistema social, su respuesta es nadie. "La único área
donde el capitalismo estaba en mejores condiciones para planificar,
argumentó Thurow, estaba en relación con los militares y las formas de
represión. Concluyó el libro diciendo que bajo el capitalismo, el
peligro era el "estancamiento", incluido el estancamiento de la
inversión. "Los problemas intrínsecos del capitalismo visible en su
nacimiento (inestabilidad, creciente desigualdad, un proletariado
lumpen) todavía están allí esperando ser resueltos".
Por
supuesto, Thurow, que fue un gran impulsor de la tecnología, vio la
organización de la tecnología como la respuesta a los problemas
sociales, en lugar de hacer cambios fundamentales en las relaciones
sociales. Estaba lejos de ser un pensador o actor revolucionario. Pero
es notable cuán consciente han sido sus principales contradicciones de
los impulsores levemente críticos del sistema. Esto fue en la gran era
del triunfalismo capitalista que siguió a la disolución de arriba hacia
abajo del sistema soviético. Hoy todos conocen las crisis cada vez más
profundas de la economía, el crecimiento de la desigualdad en todos los
niveles del sistema, el impulso renovado hacia el imperialismo y la
guerra, y las amenazas de exterminio de las armas nucleares y un tren
desbocado acelerando hacia el fin del medio ambiente. La estructura
urbana global se ha convertido en lo que Mike Davis llamó "un planeta de
barrios marginales". Las perspectivas futuras para las nuevas
generaciones bajo el capitalismo, teniendo en cuenta todo lo anterior,
nunca han sido peores. La pregunta es: ¿puede la humanidad trascender
este sistema para crear un mundo colectivo y sostenible? No es una
cuestión académica, sino de supervivencia.
¿Cuánto
más las personas pueden aceptar la brecha entre las clases pobres y las
ricas, qué necesita suceder para que podamos ver un cambio?
Lo que las personas pueden aceptar "es siempre una pregunta". Tiene que
ver con una gran cantidad de cuestiones más allá de las condiciones
materiales tales como, lo relacionado con las formas de control social y
hegemonía, la organización en la base, la fusión de fuerzas, la
fragmentación o la unidad en los movimientos, la audacia de la
respuesta, las fuerzas globales así como nacionales y locales, el
espíritu de los tiempos, las revoluciones culturales. No hay una
respuesta general. Como Marx dijo "la tradiciones de todas las
generaciones muertas pesa como un pesadilla en los cerebros de los
vivos". Para la burguesía la pesadilla es la esperanza revolucionaria,
las tradiciones, y la creatividad encarnada sobre todo en el marxismo y
el socialismo en general. Para los oprimidos la pesadilla consiste en
las grandes derrotas que siguen a las victorias del pasado. El cambio
revolucionario ocurre cuando la pesadilla de la actual represión excede a
la pesadilla revolucionaria del pasado y se vuelve insoportable, y en
efecto, cuando el pasado revolucionario se convierte en una fuente de
esperanza renovada en la era de la lucha renaciente.
"Las
revoluciones proletarias, como aquellas del siglo XIX -escribió Marx en
un periodo de derrota- se critican constantemente a sí mismas, se
interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que
parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y
cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad
de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para
que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más
gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la
vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que
no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: Hic
Rhodus, hic salta! / ¡Aquí está la rosa, baila aquí!" Pienso que esta
misma lógica está desarrollando hoy, pero en un lapso de tiempo más
largo y en una escala global infinitamente mayor.
¿Se "estudia" más el marxismo en Wall Street que en la centro-izquierda? Por favor explique
Es una pregunta divertida. Sí, pienso que Marx se estudia mucho hoy en
todo Wall Street, al menos entre los intelectos de gran alcance. Hay un
molde pragmático en la mayoría de los negocios, donde es entendido que
una visión realista y crítica de la economía capitalista como la ofreció
Marx, es bastante útil, mientras que la economía neoclásica es
principalmente ideológica. Escribí un artículo recientemente para Jacobin sobre Marx como el economista del siglo XXI. Volví a un famoso artículo de James Cassidy escrito para el New Yorker
en 1997. Cassidy estaba hablando con un amigo suyo, un economista
educado en Oxford y un importante banquero de inversiones, quien dijo
que Marx fue el economista más importante para comprender las tendencias
contemporáneas. Cassidy hizo un programa intensivo en el estudiar a
Marx y declaró que Marx era el "próximo economista" para el siglo XXI.
Ahora, después de la Gran Crisis Financiara de 2007-09 y el posterior
estancamiento económico, junto a los mayores incrementos de la
desigualdad en la historia mundial, muchos estarían de acuerdo, incluso
Wall Street. Hoy existen sitios webs como Naked Capitalism que a menudo tratan a Marx con seriedad.
Mientras esto ha estado ocurriendo, ha habido una contradicción en los
estudios de Marx y el marxismo en las universidades, principalmente
porque las universidades son bastante aburridas, estructuras del establishment,
y usualmente una década o más atrás de las principales tendencias en
las sociedades; hoy la academia esta todavía atrapada en la era
neoliberal de Thatcher y Regan. Además, la izquierda académica dio un
desvío por el posmodernismo, que lo retiró un tiempo de las principales
luchas del día, una filosofía del pesimismo y la derrota, aunque no sin
algunos avances críticos. En la actualidad, sin embargo, los jóvenes
izquierdistas son más críticos e inquietos, y más materialistas y
realistas en su opinión. En muchos de los países capitalistas ricos, hay
un creciente interés en el socialismo y en Marx. La izquierda que se
desarmó intelectualmente durante el periodo posmodernista parecer estar
lista para armarse intelectualmente nuevamente, y esto significa volver a
la tradición crítica más profunda, que ofrece análisis y herramientas
para el cambio, es decir, la filosofía de la praxis. Esto no es todavía
un movimiento revolucionario, pero representa una creciente crítica al
capitalismo, y el intento de un número creciente de personas de
construir un movimiento hacia el socialismo.
Por lo tanto, uno
ve no solo a Wall Street que a menudo toma a Marx mucho más en serio,
pero también un tipo de pánico ideológico en la cima en cuanto a cómo
combatir a una juventud cada vez más rebelde, atraída no simplemente por
un tipo de populismo radical amorfo, sino a algo mucho más peligroso
para los poderes fáticos: el marxismo, que regresa de nuevas formas pero
reconocible a la creación del Viejo Topo del siglo XIX. El marxismo
está siendo estudiado hoy en muchos lugares con una intensidad no vista
desde 1970 y con una mayor sofisticación y perspicacia crítica.
¿Deberíamos
observar el "capital" hoy a través del marco de Thomas Piketty o
deberíamos apegarnos a puntos de vista de la izquierda más
tradicionales?
Escribí un artículo en Monthly Review con Michael D. Yates en noviembre de 2014 titulado Thomas Piketty and the Crisis of Neoclassical Economics
(Tomas Piketty y la crisis de la economía neoclásica). Nuestro
argumento fue que Piketty, rompió parcialmente con la economía
neoclásica en respuesta a la crisis de nuestro tiempo, como Keynes hizo
en 1930, y como Keynes (como sabemos) Piketty tomó prestado conceptos
críticos de Marx en el proceso. El análisis de Piketty gira en torno a
su famosa fórmula r>g, donde r representa la tasa anual de retorno a
la riqueza -llamada por Piketty como capital- y g la tasa de crecimiento
de la economía (la tasa de aumento del ingreso nacional). Así, Piketty
replicó las suposiciones de la larga data de la teoría del capital
monopolista, y gran parte de la economía marxista/kaleckiana y
poskeynesiana, relacionadas con el crecimiento de la riqueza en lugar de
los ingresos en la era de la financiarización. Pero Piketty avanzó
estos postulados en una manera muy elegante y no fue fácilmente ignorado
por los guardianes hegemónicos de la ideología económica ya que estaba
en el pico del establishment de la economía neoclásica. Además, fue capaz de respaldar esto con una base de datos global más completa sobre los ingresos (The World Top Income Database) el cual había jugado un papel clave en el desarrollo. Su análisis en el Capital del Siglo XXI hizo
un agujero, tanto teórica como empíricamente, en la noción neoclásica
de que el capitalismo desarrollado condice e una disminución de la
desigualdad. En cambio, señaló la riqueza desigual enraizada en la
riqueza dinástica. Hay muchas cosas que decir de este análisis. Todavía,
Piketty evitó preguntas cruciales de clase, monopolio y estancamiento
económico. Se las arregló para mantenerse en gran medida dentro del
ámbito de la economía neoclásica, mientras que aporta un grado de
realismo crítico a su análisis. Su solución definitiva fue simplemente
un impuesto a la riqueza.
Lo que hizo Piketty, entonces, es
proporcionar cierta credibilidad a la crítica marxista más desarrollada,
como en Kalecki y la tradición del capital monopolista, así como a todo
el marco de Marx. Pero una vez que se entiende la crítica parcial de
Piketty de la economía neoclásica dominante, es necesario regresar a la
teoría marxista para la crítica más completa, de la que su análisis toma
prestado, pero de una manera superficial y contradictoria. Es
importante subrayar que Piketty, con toda su discusión de la creciente
desigualdad asociada con la lógica de la concentración de la riqueza
bajo el capitalismo, evita, sin embargo, abordar la cuestión general del
poder de clase (sin mencionar el poder del monopolio).
En su opinión, ¿por qué la izquierda moderna de hoy no puede responder a los desafíos de la sociedad?
Lo que a veces se llama la izquierda hoy en día es en gran medida
reformista, incluso una agrupación política reaccionaria que busca hacer
que el capitalismo funcione mejor, o en cierto modo una forma más
benigna de neoliberalismo. Incluso los partidos socialdemócratas
neoliberales son hoy en el mejor de los casos partidos social-liberales.
Lo que a menudo se caracterizó como partidos de izquierda son
actualmente partidos capitalistas. Los partidos socialdemócratas a
menudo se presentan como capaces de promover los intereses del
capitalismo, mientras aseguran la cooperación del trabajo. Cuando están
en el poder, son los intereses del capital los que tienen prioridad. Hay
razones complejas para esto, incluyendo las formaciones de clase, la
hegemonía ideológica, las estructuras de poder económico y político.
También está el rechazo de cualquier intento de contra-hegemonía y
estrategias revolucionarias o radicales en la izquierda, lo que en gran
medida cayó para el liberalismo es la ideología del "fin de la
historia", colocándose así en defensiva permanente, incluso socavando su
propia razón de ser.
Una estrategia efectiva de izquierda, en
contraste, debe tener su base en la construcción del poder de clase y en
forjar un modelo orgánico socialista de reproducción del metabolismo
social (para emplear la terminología de Mészáros), en oposición a la
enajenada reproducción metabólica desarrollada por el capitalismo. Debe
ir contra las reglas del poder y desafiar toda estructura y lógica de
estado y la economía, creando un poder basado en las estructuras
colectivas de la clase trabajadora en toda su diversidad. El ejemplo más
claro de la implementación de esa estrategia, contemplada como
protagonismo, es Venezuela, por lo que el imperio estadounidense está
haciendo todo lo posible para erradicarlo, no simplemente en el sentido
de derrocar la Revolución Bolivariana, sino para destruirla en la mente
de las personas como un modelo viable de cambio revolucionario. Lo que
está claro es que en los llamados partidos de "izquierda" establecidos
en los principales Estados capitalistas no tienen estrategias de
organización de base, ni alternativas ideológicas, ni estrategia
contra-hegemónica. Son parte del sistema de poder y no de fuerzas de
oposición. Hoy en día se mantienen quietos mientras el neoliberalismo se
metamorfosea en neofascismo (o en una organización
neoliberal-neofascista). La única manera de contrarrestar esto es a
través de un movimiento organizado hacia el socialismo que emana desde
abajo.
Esto no quiere decir que solo debemos buscar inspiración
en América Latina o en el Sur Global. Hay señales de vida en la
izquierda -lo que podríamos llamar un movimiento real hacia el
socialismo- en el Partido Laborista de Corbyn en el Reino Unido, y el
Partido de los Trabajadores en Bélgica. Estos son desarrollos
estratégicos brillantes de los partidos basados en el movimiento cuyo
desafío al establishment actual es serio. También existe un
crecimiento masivo del ecosocialismo casi en todas partes del mundo,
aunque sobre todo como una forma de lucha extraparlamentaria. Pienso que
veremos el crecimiento mundial de lo que podríamos llamar un
proletariado ambiental, ya que las luchas materiales en relación con la
economía y el medioambiente ubicadas en comunidades, hogares, y lugares
de trabajo se vuelven cada vez más inseparables para la mayoría de las
personas: una realidad material.
¿Por qué la izquierda de hoy permite el derecho de aprovechar todos sus temas y vocabulario?
Esto no es una cosa nueva. Los movimientos en el amplio género fascista
(de cual podemos incluir el fascismo clásico así como el neofascismo
actual o el populismo nacionalista) siempre han explotado
superficialmente la terminología socialista y las formas de crítica en
un intento de organizar su clase media baja, y circunscripciones de la
clase trabajadora relativamente privilegiada. Es en este sentido que uno
puede hablar ideológicamente de "derecha radical". Por lo tanto, es
desde este sector, que C. Wright Mills llamó la "retaguardia del
capitalismo", aquella que se ataca a los capitalistas compinches (pero
no a la clase capitalista), así como a los financieros, los burócratas
estatales y a la clase media alta. Todos ellos generalmente están por
encima de la clase media baja. Esto ocurre simultáneamente con ataques
contra aquellos que están por debajo de la clase media baja (y la clase
trabajadora privilegiada), es decir, la mayor parte de la clase
trabajadora, y los grandes "sucios", que siempre tienden a ser los
inmigrantes racialmente desfavorecidos desde que vivieron de las
naciones colonizadas/neocolonizadas del Sur Global.
La
construcción de un movimiento de masa en estos términos neofascistas,
engañosamente llamada "populista", es crucial para desplazar todo el
cuerpo político a la derecha. El elemento dominante en el movimiento
neofascista, a medida que madura, es la cúspide misma de la clase
capitalista (los multimillonarios y millonarios y sus séquitos) que
encuentran útil en periodos de crisis enlistar a los sectores más
reaccionarios de la sociedad como una forma de reforzar su poder
político. Discuto todo esto extensamente en mi libro Trump in the White House.
Lo que es importante entender es que la apropiación de las ideas de la
izquierda por tales formaciones y movimientos políticos es solo
superficial y usada de manera contradictoria. Una vez que tales
formaciones políticas están en el poder, los elementos genuinamente
radicales del programa neofascista (como el apoyo a los trabajadores) se
descartan a favor de una estratega que mejore directamente el poder
político y económico de los sectores centrales de la clase capitalista
(hoy los niveles superiores del capital monopólico-financiero). Lo que
es atacado en esta etapa es cada vez más un conjunto de chivos
expiatorios. Por lo tanto, uno puede mirar el programa nazi original,
que explícitamente tomó prestado el lenguaje de los trabajadores en
algunos lugares, para después dejar todo eso de lado en su camino al
poder. Tales movimientos representan el extremo en revanchismo
oportunista.
¿Cómo ves los intentos de gente como
Sanders y Corbyn que intentaron cambiar la imagen política en el mundo
ultracapitalista donde el capital impone todo?
Los
fenómenos de Sanders y Corbyn son a menudo comparados, pero son
realmente bastante diferentes, ocurriendo en circunstancias muy
diferentes. La campaña de Sanders fue en muchos sentidos maravillosa de
admirar, apelando directamente a los votantes de la clase trabajadora,
algo que no se ha visto durante mucho tiempo en los Estados Unidos. Se
nombró a sí mismo abiertamente un socialista y es una de las razones por
las que una pluralidad de aquellos menores de treinta años en los
Estados Unidos han indicado su preferencia en las encuestas por un tipo
de socialismo en lugar de capitalismo. Pero el fenómeno de Sanders
estuvo bastante limitado por la estructura de la plutocracia de los
Estados Unidos. Corrió en el boleto del Partido Democrático pero con
prácticamente cero apoyo por parte de los políticos profesionales en el
partido. Aquí es importante entender que el Partido Demócrata no es un
partido de membrecía o un partido de movimiento de ninguna manera. Es lo
que Max Weber llamo Honoratorenpartei, un partido controlado por élites
o dignatarios y que carece de un programa claramente definido o una
base de participación masiva fuera del voto. Está formado por varios
bloques regionales y se sitúa lo más cerca posible de la izquierda del
Partido Republicano ultraconservador. Si Sanders hubiera sido electo no
habría tenido ninguna relación real con los demócratas y habría estado
mucho más alejado de su partido y del establishment en general
que en el caso de Trump con los republicanos, sin una base política
organizada. El Partido Demócrata sigue siendo una estructura política
fuertemente capitalista. Al final resultó que la dirección demócrata
hizo todo lo posible para detener a Sanders y, al final, rompió o
manipuló las reglas de varias maneras corruptas, para negarle la
nominación, incluso a costa de perder las elecciones. Y sin embargo,
Sanders no es un absoluto radical fuera del contexto extremadamente
conservador de la América imperial. En términos de posiciones políticas,
avanzó un programa moderadamente socialdemócrata, en muchos sentidos
menos radical que el New Deal de la década de 1930. En cuestiones de
guerra e imperialismo, generalmente se puso de lado de la maquinaria
militar de Washington, aunque fue un crítico moderado en esa área.
Corbyn representa un fenómeno diferente en circunstancias bastante
diferentes. El Partido Laborista en Gran Bretaña es un partido de
membrecía y su gran ventaja fue atraer a un gran número de nuevos
miembros debido a un programa socialista crítico. Su popularidad radica
en el hecho de que ha roto con la tradición socialdemócrata británica y
puede verse como una figura genuinamente comprometida en esta etapa del
movimiento hacia el socialismo. Lo que hace Corbyn realmente distinto es
su absoluta oposición al imperialismo, algo que lo distingue de todos
los líderes anteriores del Partido Laborista.
¿Puede darnos su opinión sobre Syriza y Podemos?
Syriza y Podemos reflejan las fortalezas y las debilidades de la
izquierda, el verdadero potencial de rebelión y las contradicciones
inherentes de los movimientos puramente populistas. Estos movimientos
demuestran el potencial de la insurgencia desde abajo, pero en su
rechazo a un perspectiva de lucha de clases; la enorme brecha entre los
líderes, que son gran medida inexplicables, y su base; su insistencia en
operar enteramente dentro del sistema; su perspectiva reformista, todos
finalmente terminan traicionando las esperanzas que platean. Esto es
más obvio en el caso de Syriza en el poder, pero también con respecto a
Podemos, ambos se han convertido en proyectos socialdemócratas
moderados, en el mejor de los casos. La pobreza estratégica de tales
movimientos es evidente particularmente en su rechazo al socialismo como
una teoría, una práctica y un objetivo. La traición de la base una vez
que tales movimientos llegan al poder es parte de su ADN. Sin embargo,
las fuerzas de base de izquierda que constituyen la base de estos
partidos constituyen una fuerza material real y activa. Debemos recordar
el mandato de Marx y Engels de que "en el movimiento del presente,
ellos [los comunistas] también se ocupan del futuro del movimiento". La
construcción del movimiento radical no puede reducirse simplemente a
forjar una coalición de votación popular, sin traicionar, el futuro del
movimiento, es decir, el movimiento de la gente misma. Debe estar
dirigido a la expropiación de los expropiadores.
Como dijo el
gran Epicuro, "el futuro no es totalmente nuestro ni totalmente no
nuestro". Es un producto de nuestras luchas materiales y de nuestra
relación con el mundo. Es una época donde el capitalismo significa
exterminismo, necesariamente debemos sacar nuestra esperanza de la lucha
histórica misma, y el reconocimiento de que podemos, al oponernos a la
lógica del sistema, detener la precipitada carrera hacia el desastre y
crear un mundo de igualdad sustantiva y sostenibilidad ecológica. Este
es en efecto el mayor miedo del capitalismo: el fantasma del marxismo
actual.
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