El bueno de Sancho no daba una. No mejoró su estadística cuando trató de hacer dormir al inquieto Don Quijote
contando ovejas. El caballero no se durmió, más aún, se cabreó. Y con
razón. Un equipo de investigación de la Universidad de Oxford reunió a
tres grupos de voluntarios para probar que contar ovejas es, de todos
los remedios caseros para conciliar el sueño, el que obtiene peores
resultados. Trastornos del sueño aparte –para los que debería buscar la
ayuda de la medicina–, la solución al insomnio ocasional, que sufre
entre el 20% y el 48% de la población adulta, según la Sociedad Española de Neurología, puede encontrarse en las razones que lo provocan.
Entre
ellas, varios estudios señalan los avances tecnológicos. Primero fue la
luz eléctrica, a la que se sumó después la televisión, le siguieron el
ordenador y, ahora, los móviles. Tiene lógica, pues el mecanismo por el
que dormimos por la noche y nos despertamos por la mañana es puramente
hormonal. Cuando sale la primera luz, nuestro cuerpo comienza a segregar
cortisol, que sirve para activarnos. Cuando oscurece, le toma el relevo
la melatonina, que es la responsable de que se nos apague la batería. Las bebidas excitantes como el café
pueden confundir a las hormonas, como tampoco ayuda el hecho de que una
luz azul penetre nuestros ojos hasta el centro de control neuronal
cuando nos vamos a dormir.
Ya se calcula que el mercado de los suplementos
de melatonina va a crecer un 20% entre 2017 y 2023, de los 700 millones a
los 2.000 millones de euros
Donde hay una necesidad hay una oportunidad de negocio. Ya se calcula
que el mercado de los suplementos de melatonina va a crecer un 20%
entre 2017 y 2023, de los 700 millones a los 2.000 millones de euros,
según la consultora Grand View Research. Adelantamos que los que se venden sin receta médica –con dosis más bajas– son tan útiles como contar ovejas.
Roque en tres pasos
Además de apagar el móvil y optar por luces tenues un buen rato antes
de irse a la cama, la oferta de aparatos y servicios para facilitar el
sueño y hacerlo más placentero se ha vuelto tan atractiva que se corre
el riesgo de gastar más dinero dormido que despierto. El kit
básico para un dormitorio futurista se compone de tres aparatos.
Withings Aura (unos 100 euros) consiste en un medidor de temperatura,
calidad del aire y cantidad de luz y en un sensor que se coloca en el
colchón y registra los movimientos durante la noche, el ritmo cardiaco y
la respiración.
Con los datos que recoge, elabora un programa personalizado de luces
de distintas intensidades para favorecer la secreción de melatonina. El
siguiente paso sería conectarse con los sistemas de ventilación. Un buen
compañero de mesilla es el asistente de sueño Nightwave, que ayuda a
acompasar la respiración hasta llevarla al ritmo lento y profundo de la
dulce inconsciencia. El tercer elemento para engañar al cuerpo son las
lámparas despertador, como la Coulax Wake-Up Light (desde unos 50
euros), que emiten una luz que torna de rosácea a blanca similar a la de
la salida del sol para que nuestro cerebro segregue cortisol, en lugar
de despertarnos de un sobresalto, que es lo que sucede cuando suena la
alarma.
A partir de aquí, el menú es amplio. Cuando la pulsera Toogoo (unos
dos euros) detecta tres ronquidos seguidos, produce una pequeña descarga
en el brazo, con la que los detiene sin despertar al usuario. La
almohada Kanguru Goodnight 1100 (unos 50 euros) reproduce música
relajante, con un efecto directo en el sistema parasimpático, que se
encarga de ralentizar el ritmo cardiaco y dilatar los vasos sanguíneos.
Los estudios recogidos por Oxford Journals recomiendan la música de la cantante irlandesa Enya,
el concierto para piano número 26 de Mozart o Herb Ernst, y donde hay
científico no manda crítico musical. Si prefiere el silencio absoluto,
puede colocarse los tapones aislantes de sonido Isolate, de Flare Audio
(unos 30 euros).
El insomnio está ahí fuera
Transformar la habitación en el santuario de Morfeo tiene un
riesgo: acostumbrarse. Entonces, dormir fuera de casa puede ser un
cruel oxímoron. De ahí que el abanico de opciones para garantizar el
sueño en los hoteles contemple casi cualquier necesidad por excéntrica
que sea. Además de la llamada despertador, el Benjamin Hotel de Nueva York
tiene llamada para dormir y su conserje hace las veces de chamán del
sueño, aconsejando a los clientes cómo actuar según su problemática
particular. Pero la palma se la lleva el cantador de nanas para adultos
que ofrece el Four Seasons de Singapur. ¿Y una app útero materno? Por favor, ya.
Fuente: El País.
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